25 de agosto de 2010


Esa maraña de letras y números de ahí arriba son un candado.
Uno de los más seguros, ya que lleva desde hace unos 30 años sin que nadie (que no tenga la llave) haya sido capaz de abrirlo.

 

Los códigos de encriptación son complicadas fórmulas matemáticas que ocultan una simple sucesión de números o letras tras complicadas ecuaciones. Si cuentas con la clave correcta se franqueará el acceso, de lo contrario te tocará recurrir a la fuerza bruta informática y poner al ordenador a tratar de probar miles de millones de combinaciones hasta que aparezca la correcta.
Esto podía tardar días, sema
nas o meses de tiempo de computación de un ordenador potente, hasta que hizo su aparición la computación cuántica, capaz de trabajar con múltiples resultados a la vez. Pero no todo está perdido, Robert McEliece llenó un día de 1978 una pizarra de CalTech, el Instituto Tecnológico de California, con una fórmula que hoy día todavía se resiste a los intentos de sortearla 
de los ultrapoderosos ordenadores cuánticos.

La encriptación

Es el arte informático de esconder información de manera que solo quien posea la contraseña pueda acceder a ella. Por supuesto, por cada 10 encriptadores que trabajan por la mañana en cómo esconder esa información habrá 100 desencriptadores afanados en turno de tarde en romper esas barreras, de los cuales al menos 5 son el mismo encriptador de la mañana tratando de superar el candado de otro colega.
La utilización de códigos asimétricos, en los que un usuario tenía una clave pública para encriptar y solo el destinatario poseía la clave privada para desencriptar, había supuesto un quebradero de cabeza durante bastante tiempo para los ordenadores “normales”. Por ejemplo, si la clave consiste en multiplicar un número por otro, para obtener un tercero, pero sabiendo el resultado de dicha multiplicación no podemos saber qué números se habían multiplicado entre sí. El método para encontrar esos número se basa en la factorización, algo que los ordenadores “normales” pueden hacer pero en mucho tiempo… y los ordenadores cuánticos en un santiamén, con lo que todos los códigos basados en la factorización quedaban obsoletos.
Lo curioso del código de encriptación de McEliece es que no se basa en la factorización, con lo que los ordenadores cuánticos no son capaces de “comérselo”… aún. Nos encontramos a las puertas de una nueva era de la computación pero algo ideado de manera casi rudimentaria por alguien allá en el año 1979 aún permanece incólume a los embates de las nuevas tecnologías.

 

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

no sabia que ya teniamos computadoras cuanticas en funcionamiento

Ernesto dijo...

Tranquiliza saber que las maquinas todavía no pueden con todo. Salu2

share... dijo...

``de los cuales al menos 5 son el mismo encriptador de la mañana tratando de superar el candado de otro colega.´´ Jajajaja